Dársena 7

RESEÑA
 
Dos grupos diferentes de personas se ven atrapados en una estación de autobuses de la que, por más que lo intentan no pueden salir, poco a poco los personajes van despareciendo misteriosamente, enredados en la trama que los retiene, de la que son, a la vez, víctimas y autores. Los “sucesos de la estación de autobuses” son el hecho fundacional  de un modelo de sociedad que, en clave distópica, nos narra uno de los pocos personajes que sobreviven a aquella experiencia. Darsena 7 es un juego literario, en clave humorística y surrealista que nos invita a reflexionar sobre la pertinencia de una manera de organizar lo social en la que los instrumentos, las herramientas, los artefactos se vuelven los verdaderos protagonistas, en la que los “cómos” y sobre todo los “con qué” terminan por comerse a los “qués”. O como se dice en la propia novela, “ A quien solo tiene un martillo, todos los problemas se le vuelven clavos” algo que, para mantener el tono irónico de la novela, no nos está pasando.


Ya diponible en www.librosmablaz.com

TRAILERBOOK

Un Anticipo

Del manuscrito encontrado (1)
(Págs. 1-3)


No quiero morirme sin dejar constancia escrita de aquellos ya lejanos sucesos del verano de 2015, de los que soy, casi con toda seguridad, el único testigo vivo. Todo, si es que de lo que allí ocurrió conservo aún la memoria. A mis ochenta y dos años, uno no puede estar seguro de que sus ya escasas neuronas no le gasten malas pasadas en forma de falsos recuerdos, exageraciones y olvidos de cosas sustanciales para entender.

Es verano de 2055, y hace pues cuarenta años de aquello. Como me temo que la parca no me permitirá hacerlo cuando dicen los cánones que toca, es decir a los cincuenta años en sus bodas de oro y ya que en las de plata no pude reunir el valor suficiente para hacerlo, habrá que conformarse con las de Rubí. No es poco para los tiempos que corren, pero queda menos redondo.
Parafraseando a Adso de Melk, confío en que mi mano no tiemble al teclear en el ordenador al recordar aquellos terribles acontecimientos que habrían de marcar el resto de mis días, que a fuer de ser negados, eliminados de las crónicas históricas y de la memoria de todo posible testigo, en numerosas ocasiones me han hecho dudar de su realidad. Pero que al volver a mí una y otra vez como si hubieran sucedido ayer por la mañana, me confirman su terrible veracidad y justifican mi vida desde aquel día hasta ahora mismo, momento en el que sin saber por qué, me decido a romper el silencio, confiando a este viejo ordenador y a su gastada RAM el secreto guardado en lo más recóndito de mi mente. Ese lugar donde se ocultan los fantasmas que nos aterrorizan y que hemos de esconder de nosotros mismos para poder, tan siquiera, reaprender a conciliar el sueño.

No, no soy un héroe, de hecho sigo siendo tan cobarde como lo he sido toda mi vida. Buena prueba de ello es que he escogido este obsoleto medio, por supuesto absolutamente des- conectado de la red. No hacerlo sería de valientes, sí, pero también de suicidas. No tengo el permiso de usuario necesario para intervenir en ninguna de las fases del protocolo A-786/2017 en relación a la recopilación de datos para la mejora de la memoria definitiva de ejercicios anteriores. Si lo hiciera saltarían las alarmas inmediata- mente. No es tolerable una alteración del protocolo A-786/2017 en relación a la recopilación de datos para la mejora de la memoria definiti- va de ejercicios anteriores, no autorizada por una evaluación de nivel 7. Según revisión de la supervisión de impacto, de agosto de 2019. Si tal alarma saltara se produciría una intervención inmediata de la subsección 47 del nivel 23 de supervisión, que enviarán al origen de la alteración una patrulla preventiva de nivel alfa, facultada para la toma inmediata de medidas correctoras, regulada por el cuadro de mando 169 de salvaguarda de la calidad de noviembre de 2047. Esto está claramente establecido y todo el mundo lo sabe.

Estoy absolutamente seguro de que no tengo ningún miedo de las posibles medidas correctoras que la patrulla pudiera poner en marcha, en lo que a mi persona se refiere. Seguramente serán incluso un alivio, me darían la oportunidad de recuperar mi verdadera identidad, por un tiempo muy breve eso sí, pero tiempo en definitiva. Hace ya muchos años que estoy fuera de juego, ya no entro siquiera en la categoría de outsiders de sépti- mo nivel. Como máximo seria clasificado en el nivel cero (pen- diente de evaluación) del protocolo G_8721/2032 para el tratamiento y la atención de la demencia senil, cuyo previsible final sería el internamiento en una residencia especializada en el grado en el que la evaluación determine que se encuentra mi demente persona.

Me preocupa, eso sí, que esta pequeña y privada rebeldía  no tenga ninguna posibilidad de pasar de ser una intención. Ya que me he decidido a desvelar la verdad, voy a hacer todo lo posible por acabar. Desconozco si servirá para algo. Si alguien alguna día osará encender esta viejísima computadora, que aún conservo a pesar de estar prohibido por la ley de obsolescencia de los medios tecnológicos y de salvaguarda de la democratización del acceso a la información.

Y no solo encenderla, sino una vez hecho, tener la pa- ciencia de buscar en una carpeta escondida en otras siete, de nombres anodinos, sabiendo que habrá de hacerlo sin usar el sistema de hiperdatos, en cuyo caso se activaría el mencionado protocolo A-786/2017 en relación a la recopilación de datos para la mejora de la memoria definitiva de ejercicios anteriores. O cualquier otro fruto del protocolo de evaluación de los sistemas de evaluación, contemplado en el W-54/2036. Sería necesaria una sucesión de casualidades demasiado grande, pero no más que las que ha llevado a este viejo loco a desafiar el modelo. No lo sé, igual aún quedan por ahí personas como el hombre de los vaqueros rotos...

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